Como un
conjuro, tu nombre
cien estatuas
en marmóreo sueño pronuncian.
Como una
bendición, tu mirada
mil
sacerdotes alaban
Como un
canon, en las escuelas,
los
profesores enseñan los recovecos de tu cuerpo
y tu piel es
fuente de inspiración.
Como el olor
de la tierra mojada en las montañas,
tu aroma,
cuando estás cerca, limpia el alma.
Como un gato,
azabache y terciopelo agazapado entre las sombras
tu presencia
me acecha.
Como una
campana rasgada de recuerdos
tu voz por
las noches me llena de calma
Como los
aullidos de los condenados
que
confinados en los infiernos
abren su boca
con gritos que traen la locura
a quienes los
escuchan
tu silencio
me atormenta
Como cien mil
demonios
grotescos y
ensangrentados
tu ausencia
tu ausencia
tu ausencia
me mata.
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