y ahora exige ser colmada
que acabara por destrozarme.
que produce autómatas.
.
Pensar me produce soledad.
En el reglado mundo de la bruma
todo está medido,
todo está estipulado.
Yo que no lo tengo claro
he sentido demasiado,
demasiadas cosas,
demasiado tiempo
y demasiado sola
como para no cuestionarme
tanta norma.
Tanto protocolo y etiqueta.
Tanta posición políticamente correcta,
me agobia
y solo me produce odio:
increíble,
inimaginable,
inaguantable,
intolerable,
insufrible,
inacabable,
incomible,
insaciable,
ingobernable,
indiscriminado,
insalvable,
inenarrable,
inconmensurable,
infinito
y retroalimentable.
Un bucle del que no se salir:
Me convierto en una centella
de lava fundente,
me eclipso,
me escondo
para que nadie pueda verme.
Pues en estos momentos
de creer en supuestos
de magia y transmutación
probablemente
me volvería metal ardiente
hasta el punto de ignición
para prender con un solo toque
todo mi alrededor.
Esos momentos
que el mundo es un erial asolado,
brumoso y despiadado,
cuadriculado
y poblado por seres sin corazón.
Momentos que siento
que se perdió la verdad,
la belleza,
la razón.
Alejaos pues ya no me entristezco:
solo un sentimiento
tiene cabida en mi,
solo un sentir
se extiende por mi alma
entrelazando sus negros zarcillos
por mi ser.
Un estado para el que tuvimos
que escribir una palabra que definiera
esa sensación de antiamor,
ese recncor incombustible,
ese dolor temible,
esa rabia generalizada e indiferente,
total,
completo,
absoluto,
y pleno
odio.